Como profesora de mindfulness, esta es una de las preguntas más comunes que escucho. Llevamos vidas llenas de ocupaciones, y tomarnos unos días para la práctica silenciosa se encuentra con uno de los dilemas centrales de nuestra época: No tengo suficiente tiempo -para la familia, el trabajo, el ejercicio-, ¡para hacerlo todo! … entonces, ¿cómo encuentro el tiempo para ir a un retiro en medio de toda esta actividad?
Me recuerda el epitafio grabado en la lápida del cuento: «Lo he hecho todo, he muerto de todos modos”.
¿Qué es importante para mí? ¿que me preocupa?. A menudo nos estamos moviendo tan rápido que nos olvidamos de este planteamiento, y olvidándolo, nos mantenemos en patrones que nos impiden reflexionar. Salir de nuestra vida cotidiana el tiempo suficiente para asistir a un retiro es reconocer sinceramente, desde la acción, que la pregunta es importante para nosotros, que estamos dispuestos a detenernos el tiempo suficiente para considerar la forma en que queremos vivir nuestra vida.
Observar el rio de la vida 
Cuando vamos a un retiro, nos comprometemos a atender lo que está aquí. Dejando de lado nuestros planes y agendas, nuestros esfuerzos interminables para llegar a otro lugar. Dejamos de lado nuestros teléfonos móviles, ordenadores, calendarios y listas de tareas pendientes.
Invitamos al mundo a seguir sin nosotros mientras nos detenemos y observamos desde la orilla este río de vida por el que estamos viajando. Sentados en la orilla, en silencio, en la postura relajada y alerta de la meditación, asistiendo con atención plena, tenemos la oportunidad de ver algo más fundamental que la capa superficial de actividad que llena nuestros días. ¡Este parar es un regalo! Cuando detenemos la actividad externa, la mayoría de las personas descubren que su mente continúa a toda velocidad durante un tiempo, pero con paciencia y atención sabia, comienza a ralentizarse. Y a medida que lo hace, tenemos la oportunidad de volvernos con curiosidad y cuidado hacia nuestra relación con nosotros mismos y con el mundo en el que vivimos. No es raro recordar, casi de inmediato, que estamos mucho más vivos, que somos mucho más interesantes, complejos y matizados de lo que generalmente percibimos y reconocemos. Podemos descubrir y conectarnos con quienes somos – el yo misterioso completo, indefinido y complejo – y no limitado por los roles y obligaciones de la vida diaria.
Ser quien eres
Parte fundamental del retiro, es el entorno seguro y de apoyo en el que podemos acogernos y volver a conectar con lo que realmente somos. Podemos dar la bienvenida a nuestra fragmentada autoconciencia, permitiéndonos avanzar hacia la integración de su totalidad. Las limitaciones, expectativas e historias antiguas con las que nos definimos a nosotros mismos pueden abrirse, liberarse o, al menos, suavizarse temporalmente, permitiéndonos expresar quienes somos en realidad. Nuestra ascendencia, etnia, identidad sexual y preferencias; nuestras alegrías, desafíos, historias, orígenes culturales y económicos; nuestros éxitos, fracasos, dudas y miedos; y toda la complejidad de nuestra experiencia pueden ser acogidas con amable atención. También podemos conectarnos con nuestra bondad y nuestro deseo de ser felices, con nuestro deseo de compartir la felicidad y la acción compasiva con aquellos que amamos y con todos los demás.
Al ir a un retiro nuestro proceso interno se beneficia escuchando las enseñanzas, sentándonos y relacionándonos con los maestros, probando y evaluando lo que escuchamos en el laboratorio del presente.
Al final de un retiro, un practicante compartió que había leído 40 libros de meditación y budismo, pero ¡no se había dado cuenta, hasta que se retiró, de que se había perdido el objetivo!: Ver la verdad por uno mismo.
Aunque apoyemos nuestra práctica en innumerables libros, charlas de dharma on line, artículos y otros recursos, las enseñanzas se afianzan y nos transforman cuando nos tomamos el tiempo para observar, probar y comprender nuestra experiencia directamente en un ambiente de apoyo.
En el retiro, también tenemos la oportunidad de sentarnos con los demás. Hay una frase que se repite a menudo: la meditación es una actividad solitaria que se realiza mejor en grupo. A muchas personas les cuesta mantener una práctica de meditación diaria constante por sí mismas, en un retiro, tenemos el apoyo de la sangha, los maestros y el centro. Todo el entorno y todos allí están enfocados a apoyarnos en nuestra práctica. Aunque cada uno de nosotros venga a retirarse con sus propias intenciones específicas, apuntamos en la misma dirección. Nuestras palabras pueden ser diferentes pero compartimos el movimiento del corazón hacia la bondad, la felicidad, la integridad, la paz mental y la libertad.
No son vacaciones
Un retiro no es fácil, no son vacaciones, al menos no de la manera en que solemos pensar en ellas.
Puede ser desafiante e incómodo. Y nunca es lo que esperamos. Escuché que Chogyam Trungpa dijo una vez: «Si no puedes meditar, entonces viaja», lo que sugiere que la mayor aventura disponible para nosotros es la meditación.
Podemos pensar que no podremos estar en silencio, que no podremos sentarnos tanto tiempo o anticipar una serie de miedos o ideas preconcebidas. Siempre es diferente de lo que pensamos; como viajar a un país desconocido, no lo sabremos hasta que lo probemos. Si bien el retiro no responde a nuestra idea de unas vacaciones, también puede ser más profundo, más intencional y potencialmente más transformador. En el espacio de silencio y quietud, podemos conectarnos con lo más importante. Podemos mirar claramente nuestra propia naturaleza y nuestras vidas. Podemos ver nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro con una nueva comprensión. Podemos cultivar la claridad para liberarnos de los viejos patrones y abrir la puerta a tomar nuevas decisiones en nuestras vidas.
Después del retiro
Los efectos del retiro a menudo se extienden mucho más allá del tiempo limitado que dura. Podemos entender de nuevas maneras quiénes somos, quiénes hemos sido y qué es lo más importante para nosotros. Es posible cultivar una paciencia creciente y la capacidad de responder sin ser reactivos. Podemos encontrar una nueva alegría en nuestras interacciones con aquellos que amamos. Las viejas historias, resentimientos y malentendidos que han influido en nuestras relaciones pueden transformarse. Y quizás lo más importante: nuestro compromiso de permanecer conectados con lo que valoramos más profundamente se inspira y renueva. Con el apoyo del retiro, podemos lidiar con los desafíos diarios y las alegrías de la vida de una forma sabia y llena de corazón. Con la ayuda de una práctica constante y un retiro, crecen las habilidades y capacidades para tomar las decisiones que necesitamos en nuestro viaje por la vida. Hacer un retiro, es un regalo para nosotros y para el mundo, un regalo mucho mayor que terminar nuestras listas de cosas por hacer.
Deja las listas a un lado y plantéate regalarte los beneficios de un retiro.
Puedes consultar el artículo original de Susie Harrington en:
https://spiritrock.org/the-teachings/article-archive/article-the-gifts-of-silent-retreat