En estos dias en los que se nos encoge el corazón ante la facilidad con la que un ser humano puede segar y destrozar la vida de otros muchos. En estos días en los que se nos arruga el alma ante tantas preguntas sin respuesta… ¿por qué? ¿qué sentido tiene la masacre? ¿qué nos está pasando? ¿a dónde va esta sociedad?. En estos días, solo nos queda recurrir a la compasión para aliviar tanto sufrimiento. Esta es la razón por la que he releído esta carta y me gustaría compartirla con vosotros/as.
Seguramente ya conocéis las TED Talks. La fundación TED, entre muchas otras actividades concede un premio anual a personas excepcionales que plantean una visión profunda y ambiciosa capaz de cambiar el mundo. El ganador o ganadora tiene la oportunidad, además de conseguir el millón de dólares con el que está dotado el premio, de expresar y difundir un deseo que «inspire al mundo». La organización se encarga de apoyar y difundir también ese deseo.
Karen Armstrong, especializada en el estudio comparativo de las religiones, recibió el premio en 2008 y su deseo fue que los líderes y pensadores de las religiones más difundidas en el mundo elaboraran una «Carta por la Compasión» que se basara en los principios fundamentales del respeto y de la justicia universales….A raíz de ese deseo se creó el «Consejo de la Consciencia» que en 2009 redactó esta CARTA POR LA COMPASIÓN, que también podéis ver en el video (con subtítulos en castellano): Charter for Compassion
El principio de compasión permanece en el corazón de todas la tradiciones religiosas, éticas y espirituales, y siempre nos pide tratar a los otros como nos gustaría ser tratados. La compasión nos impulsa a trabajar sin cansancio para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes; nos motiva a dejar de lado el egoísmo y a aprender a compartir y nos pide honrar la inviolable santidad de cada ser humano, tratando a todos, sin excepción, con absoluta justicia, equidad y respeto.
Es además necesario en la vida pública y en la privada abstenerse de causar dolor de manera sistemática y categórica, actuar o hablar de manera violenta, obrar con mala intención, manejarse priorizando el interés personal, explotar o denegar los derechos básicos e incitar al odio denigrando a los otros -aunque sean enemigos- actuar de manera contraria, implica negar nuestra humanidad. Reconocemos haber fallado en vivir con compasión y sabemos que hay quien incluso ha incrementado la miseria humana en nombre de la religión.
Por eso pedimos a hombres y mujeres:
- Restaurar la compasión en el centro de la moralidad y de la religión.
- Volver al antiguo principio que afirma que cualquier interpretación de la Escrituras que incite a la violencia, el odio o al desprecio, es ilegítima.
- Grantizar a los jóvenes una información positiva y respetuosa sobre otras tradiciones, religiones y culturas.
- Estimular una positiva apreciación de la diversidad cultural y religiosa.
- Cultivar una empatía consecuente con el sufrimiento de los seres humanos, hasta con aquellos que consideramos enemigos.
En nuestro mundo polarizado hay una necesidad urgente de trasformar la compasión en una fuerza clara, luminosa y dinámica. Arraigada en la determinación de trascender el egoísmo, la compasión puede romper las fronteras políticas, dogmáticas, ideológicas y religiosas. Nacida de nuestra profunda interdependencia, la compasión es esencial para las relaciones humanas y para la realización de la humanidad. Es el camino hacia la claridad, indispensable para la creación de una economía justa y de una comunidad global y pacífica.
No soy una persona religiosa ni profeso ninguna fe y entiendo la compasión como una actitud vital, el deseo de compartir y aliviar el sufrimiento de los demás seres.
Mi deseo profundo es que realmente la compasión cale en todos los corazones y se extienda como esa fuerza «clara, luminosa y dinámica» que nos lleve a vivir en paz, libres de egoísmo, dogmas y prejuicios.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.