A lo largo de nuestra vida recibimos contantes «consignas» para seguir caminos ya determinados por la sociedad y a los ritmos que ésta marca o espera: con 18 años empiezas la universidad, con 25 la acabas, a tal edad has de estar casado/a, etc, etc. Desde niños somos educados para integrar como propias ciertas metas, estilos de vida, modelos de conducta, objetivos y formas de vivir la vida sin que, en la mayoría de los casos, se nos dé la oportunidad o nos tomemos el tiempo de detenernos a pensar en su coherencia con nuestro propio proyecto de vida.
Aunque nos lleve años encontrar nuestro propio camino, no significa necesariamente que hemos perdido el rumbo, incluso a veces necesitamos perdernos para podernos encontrar. Explorar, probar, desviarte del camino prefijado, buscar dentro de ti y no tanto escuchar lo que los demás piden, esperan, depositan en ti, es necesario si quieres vivir una vida plena, con significado, una vida que realmente te haga feliz.
En la vida no hay atajos. Hay experiencias. Y nunca es demasiado tarde, ni demasiado pronto para encontrarnos y re-orientar, si es necesario, nuestro rumbo.
«No todos los que deambulan están perdidos.»
J.R.R. Tolkien
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