Las 8 preocupaciones mundanas

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Los 8 dharmas mundanos: el arte del desapego y la impermanencia
Los 8 dharmas mundanos

Pema Chödron nos habla, en su libro «Vivir bellamente en la incertidumbre y el cambio», de las ocho preocupaciones mundanas. En este texto reflexiona y nos muestra cómo éstos cuatro pares de fuerzas opuestas nos alejan del presente y nos mantienen en el sufrimiento.

Observar cómo nos movemos entre uno y otro extremo con conciencia plena y un corazón comprensivo y tierno nos ayuda a conocernos y guiarnos hacia ese espacio intermedio donde el sufrimiento desaparece o disminuye. El espacio donde reina la Ecuanimidad.

Transcribo el texto que utilizamos como lectura, en algún retiro, para la reflexión personal. (El subrayado es mío). Espero te sirva de inspiración y profundización en tu práctica.

«Hay una enseñanza budista denominada <<las ocho preocupaciones mundanas>> que describe esta situación. Señala las principales inquietudes de la vida: lo que nos impulsa, lo que esperamos y lo que tenemos. Y nos muestra cómo intentamos siempre evitar la incertidumbre inherente a nuestra condición, cómo intentamos continuamente poner tierra firme bajo nuestros pies. Las ocho preocupaciones mundanas se presentan en cuatro pares de opuestos: el placer y el dolor, la ganancia y la pérdida, la fama y el oprobio, la alabanza y la culpa.

El placer y el dolor son elementos que nos impulsan todo el tiempo. La ecuación es simple: queremos placer y no queremos dolor. Nuestra vinculación con ambos es muy fuerte, muy visceral en los dos extremos. Podemos notar esa sensación de encogimiento de las entrañas al vernos atrapados por ambos cuando estamos ávidos de conseguir algo, cuando nos consume el deseo o la necesidad, y cuando sentimos aversión por algo y queremos apartarnos de ello.

Podemos pasar la vida entera tras el placer intentando alejarnos del dolor sin estar nunca presentes con el sentimiento subyacente de descontento. Pero en algún punto puede que lleguemos a la conclusión de que, en lo que respecta a la liberación, tiene que haber algo más que evitar la incomodidad, y en cuanto a la felicidad duradera, algo más que perseguir placeres temporales, alivios fugaces.

Nuestra vinculación con la ganancia y la pérdida también nos encierra en un laberinto sin salida. Por eso dirigimos la luz de la atención consciente de nuestro shenpa hacia lo que tenemos o queremos y también y con igual fuerza hacia lo que no tenemos o podemos perder. Por ejemplo, el dinero que tenemos y el que no tenemos preocupa tanto a los ricos como a los pobres (y a todos los que están entre ambos) en todos los países del mundo.

Hace poco conocí a una mujer que había heredado inesperadamente quinientos mil dólares. Estaba comprensiblemente exultante. Los invirtió y los vio crecer alegremente hasta que la bolsa se hundió y lo perdió todo tan repentinamente como lo había ganado. Tras dos meses de profunda depresión (me dijo que había estado prácticamente catatónica, sin poder comer ni dormir), tuvo una revelación. Pensó que desde el punto de vista financiero ella había estado siempre razonablemente cómoda. Estaba bien antes de la inesperada lluvia de dinero y seguía igual de bien ahora que había perdido esa fortuna recientemente adquirida. Y era el bienestar fundamental, que no se había visto afectado por la ganancia ni por la pérdida, lo que más le alegraba transmitir. 

La pérdida y la ganancia también pueden relacionarse con las posesiones que tenemos o que no tenemos y el impulso de adquirir cosas (terapia de compras lo llaman algunos), o también la posición en la vida que tenemos o no tenemos. La competencia (normalmente a muerte) es algo dolorosamente visible en nuestra sociedad actual. La vemos en la política, los deportes, los negocios o incluso en las amistades. También podemos ver sus dolorosas consecuencias.

CANADA-10001 | Monks at Nova Scotia's Gampo Abbey practive s… | Flickr
Gampo Abbey

En Gampo Abbey actuamos con un enfoque diferente. Cada primero de julio (el día nacional de Canadá) organizamos un partido de béisbol con los bomberos de Pleasant Bay. Nos entrenamos durante meses y todo el mundo juega con todas sus ganas (los bomberos con las cervezas en la mano y nosotros vestidos con los hábitos); pero a ninguno de los dos equipos le importa realmente quién gane o pierda. Simplemente lo pasamos muy bien, sin el sufrimiento que resulta inevitable cuando nos vemos enzarzados con la pérdida y la ganancia.

Sin duda, la fama y el oprobio son un par de opuestos que nos tienen atrapados. No hay mucha gente que se encuentre en una posición que le permita hacerse famoso, pero este par de opuestos puede traducirse en querer tener una buena reputación (querer que la gente piense bien de nosotros) y no querer una mala reputación. Para la mayoría de nosotros este deseo está muy arraigado. Para algunos, todo lo que hacemos y decimos sirve para asegurarnos que los demás piensen bien de nosotros, que nos admiren y que no nos desprecien. 

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Shantideva

Shantideva dice que la reputación es tan poco sólida como un castillo de arena hecho por un niño. La construimos, la decoramos bellamente, nos enorgullecemos de ella, pero en cuanto cambia la marea todo se ve arrastrado. Es como la buena reputación de los políticos o de los gurús espirituales, que se pierde de la noche a la mañana por algún escándalo sexual.

E incluso aunque logremos la fama, ¿esa fama nos trae la felicidad que cree la gente que acarrea? Ten en cuenta lo habitual que es tener fama y riquezas pero a la vez ser desgraciado, como por ejemplo los casos de Michael Jackson, Marilyn Monroe o Elvis. ¿Y si, por el contrario, nos entrenamos para quedarnos en el punto medio sin intentar conseguir nada, en ese indefinido espacio abierto entre buscar lo que nos resulta cómodo y evitar lo que no?

Finalmente hablemos de nuestra vinculación con las alabanzas y las culpas. Nos gusta que nos alaben y no queremos que nos critiquen. Algunas personas parecen florecer cuando les reconocen el trabajo bien hecho, pero se ven destrozadas cuando les hacen críticas, aunque sean constructivas. Los niños, los adolescentes e incluso los adultos más maduros pueden ver elevados sus espíritus por los cumplidos y sentirse menospreciados por las críticas. Es fácil que nos veamos arrastrados de acá para allá por las alabanzas y las culpas.

«Esto lleva sucediendo desde hace muchos años. Critican a los callados. También a los que hablan mucho. Y critican asimismo a los moderados. No hay nadie en el mundo que pueda escapar a las críticas. No hay, nunca ha habido ni habrá algo que haya recibido todas las críticas ni algo que haya aprobado todo el mundo».

Buda Shakyamuni con once figuras» de Tibetan School en cuadro o póster | Posterlounge
Shakyamuni

El Buda Shakyamuni dijo esto hace más de dos mil quinientos años y aún hoy sigue vigente. Parece que algunas cosas no cambian nunca. 

De una forma u otra todos estamos atrapados por nuestra vinculación con esas ocho preocupaciones mundanas. Dzigar Kongtrül dijo una vez que es como si tuviéramos una personalidad disociada: podemos pensar que estamos comprometidos con un camino espiritual, pero tristemente estamos igualmente comprometidos con las ocho preocupaciones mundanas, con aceptar lo que nos resulta cómodo y rechazar lo que no. Eso no nos lleva a ninguna parte. Sin esa personalidad disociada, sin embargo, nuestro compromiso con el despertar se convierte en un compromiso sin reservas. Para eso tenemos que dejar de vernos cegados por las ocho preocupaciones mundanas y permanecer presentes con el desasosiego subyacente.

Mangala Shri Bhuti | Sangha of Dzigar Kongtrul Rinpoche
Dzigar Kongtrül

Cuando decidimos trabajar con el compromiso de no causar daño, tenemos que investigar hasta qué punto nos vemos seducidos por las ocho preocupaciones mundanas. ¿Estamos dispuestos a llegar a donde haga falta para liberarnos de la tiranía del placer y el dolor, de lo que piensa la gente, de si ganamos o perdemos, de si tenemos una buena o una mala reputación? No importa hasta dónde lleguemos en el camino de la liberación antes de morir. Lo que importa es que hemos hecho el viaje. 

Después de que le diagnosticaran el cáncer, el genio visionario Steve Jobs dijo esto sobre la liberación de las ocho preocupaciones mundanas:

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Steve Jobs

«Recordar que moriré pronto es la herramienta más importante que he tenido para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque casi todo (todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el miedo a la vergüenza o al fracaso) simplemente desaparece ante la cara de la muerte y solo te queda lo que es verdaderamente importante. Recordar que vas a morir es la mejor forma de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir lo que te dicta tu corazón».»

 

 

 

Fuente: Pema Chödrön (2012). Vivir bellamente en la incertidumbre y el cambio.

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