Como la especie más social y amorosa del planeta, tenemos la maravillosa capacidad e inclinación de conectarnos con los demás, ser empáticos, cooperar, cuidar y amar. Por otro lado, también tenemos la capacidad y la inclinación de ser temerariamente agresivos con cualquier individuo o grupo que consideremos como “ellos”.
Para domar al lobo del odio, es importante controlar la «mala voluntad»: intenciones y emociones de enfado hacia los demás. Si bien puede parecer justificado en este momento, la mala voluntad probablemente te perjudique más a ti que a los demás. En otra metáfora, tener mala voluntad hacia los demás es como arrojar brasas con las manos desnudas: ambas personas se queman.
Evitar la mala voluntad no significa pasividad, dejarse explotar a uno mismo o a los demás, callar ante la injusticia, etc. Hay mucho espacio para decir la verdad y conseguir una acción eficaz sin sucumbir a la mala voluntad. Piensa en Gandhi, Martin Luther King o el Dalai Lama como ejemplos. De hecho, con una mente clara y un corazón en paz, es probable que sus acciones sean más efectivas.
La mala voluntad crea ciclos negativos y viciosos pero eso significa que la buena voluntad puede crear ciclos positivos. Además, la buena voluntad cultiva cualidades saludables en ti.
En general, intenta nutrir y desarrollar emociones positivas como la felicidad, la satisfacción y la paz. Por ejemplo, busca cosas por las que estar feliz y disfruta de lo bueno siempre que sea posible. Los sentimientos positivos calman el cuerpo, acallan la mente, crean un amortiguador contra el estrés y fomentan relaciones de apoyo, todo lo cual reduce la mala voluntad. No discutas a menos que tengas que hacerlo. Dentro de tu propia mente, trata de no dejarte llevar por las corrientes mentales de otras personas. Reflexiona sobre la turbulencia neurológica que subyace a los pensamientos ajenos: la agitación increíblemente complicada, dinámica y en gran medida arbitraria de conjuntos neuronales momentáneos en coherencia y luego en caos. Enfadarse por los pensamientos de alguien es como enfadarse por el rocío de una cascada. Intenta desvincular tus pensamientos de los de la otra persona. Dite a ti mismo: ella está allá y yo estoy aquí. Su mente está separada de la mía.
Ten cuidado al atribuir intenciones a otras personas. Las redes prefrontales de la teoría de la mente atribuyen intenciones de manera rutinaria, pero a menudo se equivocan. La mayor parte del tiempo eres solo un actor secundario en los dramas de otras personas; no te están apuntando a ti en particular. Cuando te sientas tratado injustamente, trae compasión a ti mismo: esta es una atención urgente para el corazón. Intenta poner tu mano en tu mejilla o corazón para estimular la experiencia encarnada de recibir compasión.
Tradicionalmente, la bondad amorosa se considera el antídoto directo contra la mala voluntad, así que cuando alguien te trate de mala manera, intenta utilizar tu bondad amorosa. […] En la medida en que sea útil, di tu verdad y defiéndete con asertividad hábil. Tu mala voluntad te está diciendo algo. El arte es entender su mensaje, tal vez que otra persona no es un verdadero amigo, o que necesitas ser más claro acerca de tus límites, sin dejarte llevar por la ira. Pon lo que sucedió en perspectiva. Los efectos de la mayoría de los eventos se desvanecen con el tiempo. También son parte de un todo más grande, y tu participación tiende a ser más pequeña de lo que piensas. Usa cosas que te exasperen como una forma de practicar la generosidad. Considera dejar que las personas tengan lo que tomaron: su victoria, su dinero o su tiempo. Se generoso con la indulgencia y la paciencia. Cultiva cualidades positivas como la bondad, la compasión, la empatía y la calma para alimentar tu propia buena voluntad.
Extracto de artículo de Rick Hanson – Cultivate Good Will
Traducción de Laura Junquero